En 1963 emigró a Nueva York, donde se ganó la vida cantando en locales y bandas del barrio latino del Bronx.

En 1965 siendo Lavoe corista y maraquero de la orquesta New Yorker band, y  teniendo a Chiviríco Dávila como la voz principal de esa agrupación, grabó su primer tema en un material de 45 rpm que se llamó Está de bala, donde interpretó el tema Mi china se botó. Hasta que en 1967 su carrera dio un giro considerable al unirse a la agrupación dirigida por Willie Colón. Una asociación muy afortunada, ya que la voz estridente y nasal de Lavoe encontró en el sonido de los trombones un perfecto acompañamiento para plasmar un nuevo ritmo musical latino, precursor de lo que se conoció después como salsa urbana o neoyorquina y que transmitía todo el sabor del barrio. Con el elocuente nombre de El Malo, Colón y Lavoe grabaron juntos su primer álbum, al que siguieron Guisando, La Gran Fuga, Lo Mato, El Juicio y los dos elogiados volúmenes de Asaltos Navideños.

En 1974 Héctor emprendió la carrera en solitario con el disco La Voz. Willie Colón siguió colaborando como productor y arreglista en algunos de sus mejores álbumes y, junto a otros destacados artistas puertorriqueños como Cheo Feliciano, Ismael Rivera, Luis Perico Ortiz, entre otros, formaron parte a principios de los setenta del colectivo de estrellas de la salsa reunidos por la empresa Fania, The Fania All Stars, donde el rey de la puntualidad (Pseudónimo colocado por Pacheco a Lavoe) fue parte determínate en el éxito de esta súper agrupación.

Entre sus canciones más sonadas están: El Todopoderoso; Calle Luna, Calle Sol; Paraíso de Dulzura; Triste y Vacía; La Verdad; Juana Peña, Un amor de la calle, Hacha y machete, Vamos a reír un poco, y paremos de contar. Temas que le han dado la vuelta al mundo y que se han transformado en verdaderos clásicos de nuestra música afrocaribeña.

Sin duda Héctor Lavoe es una figura y referencia obligada al hablar de buenos cantantes de la historia del música tropical bailable en especial de La Salsa.